Viajar a Japón es sinónimo de viajar al pasado, y es que, es increíble cómo un país puede cuidar tan bien sus costumbre y todo lo que lo rodea. Una de las ciudades que más me gustó fue Kioto y uno de los lugares imprescindibles es el bosque de bambú Arashiyama.
Tengo que reconocer que me lo esperaba más grande, pero bonito es un rato. Cuando llegas ves un camino asfaltado y bien marcado rodeado de bambús tan altos que te obligan a mirar hacia el cielo.
Lo ideal es ir temprano para evitar a la gente y así poder fotografiarlo tranquilamente. Es interesante introducir a una persona para crear escala en tu fotografía.
Dentro del bosque apenas hay luz, sin embargo, verás que hay mucho contraste si sacas el cielo. Es interesante hacer un bracketing para generar un HDR en el ordenador, y así tener más información.
Si vas al amanecer también puedes captar los primeros rayos de luz, tanto en los troncos de los árboles, que se filtran entre ellos, como en la parte superior.
Si llegas con gente puedes intentar utilizar un filtro de densidad neutra para alargar el tiempo de exposición y tratar de que desaparezcan, pero será muy difícil porque la gente suele pararse a hacerse fotos. Así que, lo mejor será madrugar.