Hace un año estuve recorriendo los Países Bajos en busca de sus famosos tulipanes. Os voy a contar un poco cuál fue mi experiencia.

En los Países Bajos hay varias zonas donde podemos encontrar campos de tulipanes. Lo único que hay que tener es que no todos florecen a la vez, con lo que puede ser un poco lotería encontrarlo. Y es que una de las cosas que más me sorprendió es que los campos suelen ser privados y sus dueños no quieren que los visites, por lo menos de cerca.

Es cierto, que al final encuentras campos preparados para el turismo y por los cuales puedes caminar sin problemas, pero están llenos de gente.

Una de las zonas que visité, precisamente por que hay molinos es al norte de Amsterdam, cerca de un pueblo llamado Schermerhorn. No pude ver muchos tulipanes junto a los molinos. Seguramente, si volviera cambiaría, porque a veces se adelantará la cosecha y florecerán antes o después, dependiendo del tiempo que haga.

En esa zona pude fotografiar algunos molinos con sus canales, pero sin tulipanes.

Estuve dos días enteros recorriendo las diferentes zonas que hay. Cada vez que veía a lo lejos un campo con colores trataba de acercarme lo máximo posible.

Había campos donde todos los tulipanes tenían el mismo color. Se podían sacar patrones de repetición de manera muy fácil. Con el teleobjetivo pude sacar esta fotografía cuando la luz del sol iluminaba a unos cuantos.

El cielo estuvo interesante durante aquellos días. Al estar en primavera las tormentas son frecuentes y los cielos están cubiertos de nubes. La luz es suave y podemos potenciar los colores.

Otra de las zonas donde pude disfrutar de los campos de tulipanes fue cerca de un pueblo llamado Almere, al este de Amsterdam. Lo bueno es que el país es pequeño y no cuesta mucho llegar a cada localización.

El primer atardecer fue impresionante, y aunque no conseguí ningún molino junto a los tulipanes, solo por ver esos colores en el cielo valió la pena.

Aquella tarde hacía mucho viento, por lo que los tulipanes se movían. No pude utilizar el trípode, ni usar velocidades lentas porque salían movidos. A pesar de todo conseguí algunas fotografías preciosas.

Al amanecer, a diferencia de al atardecer, no había nada de viento y el frío de la noche creaba gotas de rocío en los tulipanes. Aquí se puede ver un detalle de un tulipán que quiere sobresalir por encima del resto.

La verdad es que la visita me gustó y conseguí disfrutar del espectáculo de colores, con tulipanes por todas partes, pero siempre dando vueltas para encontrarlos. No obstante, la fotografía con los tulipanes y el molino tendrá que esperar para una próxima visita a los Países Bajo.