Reconozco que el primer paseo por Nueva York me dejó un poco indiferente. Las expectativas no son buenas y suben el listón de lo que esperas ver. Por suerte, fue sólo un espejismo y rápidamente me fui enamorando de esta ciudad.
Y es que todos conocemos Nueva York aunque no hayamos estado allí nunca. Vivir en persona esos lugares que hemos visto cientos de veces en las películas te crea un sentimiento extraño de normalidad.
A nivel fotográfico está claro que los protagonistas son los rascacielos. Fotografiar esas bestias tan enormes es increíble. Recuerdo el primer día que subí al Top of the Rock. Me sentí como un niño al ver esas vistas tan espectaculares. Había visto fotos desde allí, pero nada que ver con sentir la altura y el vértigo de estar tan alto.
Durante los días que estuve en Nueva York pude disfrutar de multitud de luces diferentes. Tuve amaneceres en los que la luz cálida del sol lo iluminaba todo. Atardeceres de esos en los que el cielo se enciende como si se tratara del mismísimo infierno. También tuve días nublados, en los cuales, y debido a la gran altura de los edificios, estos se perdían en un mar de nubes. Días lluviosos, en los que podías arrastrarte por el suelo buscando reflejos.
Pero lo que nunca fallaba era la luz propia de Nueva York. Esa luz que se hacía visible justo cuando llegaba la oscuridad. Desde el suelo podías ver cómo esos gigantes empezaban a encenderse poco a poco. Desde lo alto, podías apreciar cada rectángulo de luz multiplicado por un millón, que hiciera de la hora azul casi mi hora favorita del día.
Nueva York es enorme, inmensa y tiene multitud de puntos que fotografiar. Tengo ganas de volver a aquellos en los que disfruté, y disfrutar de aquellos que no pude ver. Por eso, si todo va bien y el COVID nos deja, en marzo volveré a la gran manzana para organizar uno de mis talleres fotográficos urbanos. Será del 15 al 22 de marzo de 2022 y durante 8 días recorreremos cantidad de sitios.
Para poder asistir a este taller no hace falta tener una forma excesivamente buena, tan sólo tener ganas de andar. Además del trípode, es recomendable tener un objetivo gran angular para poder abarcar los edificios, así como un teleobjetivo para obtener detalles. El uso de filtros para mí es esencial.
¡Qué mejor lugar que Nueva York para aprender fotografía! Pues así es, ya que estaré ayudando a todos los asistentes para que vuelvan a casa con fotografías impresionantes, enseñaré a utilizar filtros y como no, trataré de enseñar a componer de una manera más óptima.
El número de asistentes es variable así como el precio. Si quieres saber más sobre este taller en Nueva York puedes visitar mi página web o consultarme directamente. Tan sólo me falta una persona para asegurar la realización del taller. ¿Serás tú?