Un 19 de marzo entró en erupción un volcán en Islandia. Desde ese día no pude dejar de pensar en ir a fotografiarlo. Después de un primer intento fallido, el verano pasado pude cumplir un sueño.
Un sueño que por poco no se cumple. Y es que el volcán estuvo parado durante 10 días. Cada día vigilaba las gráficas para ver si subían. Cuando menos me lo esperaba, subió.
Fue entonces cuando cogí la furgoneta rumbo a Reikiavik. Días antes había realizado la ruta C, así que pensé en repetir. En aquel momento no sabía que estaba cometiendo un grave error. A mitad camino veía gente en el otro lado del valle e incluso llegué a apreciar algo de lava. Cuando llegué al final del camino seguía sin ver nada de lava, así que opté por volar el drone.
Efectivamente, dentro del cráter había lava y justo en el lado opuesto había ríos de lava. Se había creado un par de fisuras en los laterales del cráter y desde dónde yo estaba no se veía nada. Hay que recordar que había tres rutas para llegar al volcán. La A y la B te llevaban al otro lado del volcán, justo dónde se veía la lava.
Serían sobre las 18:30 cuando pasó todo esto. Tenía poco tiempo si quería llegar al otro lado antes de que se pusiera el sol. De manera que cogí y volví corriendo hasta el parking. La gente se quedaba mirándome al verme pasar y es que imagino que no era normal ver a alguien dando brincos por una montaña.
Pero yo sabía algo que ellos no sabían. La ruta C se tardaba en recorrer algo más de una hora y media. Luego tenía que llegar al otro parking y hacer otra ruta de más de un hora y media. La vuelta la hice en 45 minutos y la del trekking de la ruta B en otros 45 minutos. A pesar de todo llegué tarde. El sol se había puesto y quedaba muy poca luz en el cielo. Pero allí estaba. Por fin veía con mis propios ojos la lava del volcán y sus ríos que lo iluminaban todo. Fue una sensación increíble. En los laterales de las montañas había muchísima gente, todos contemplando este fenómeno natural.
En seguida me puse a volar el drone, aunque no me acaban de gustar las fotos que hice. Al principio iba con mucha cautela y no quería arriesgar el drone, por eso me puse muy lejos de la lava. Tampoco quería gastar todas las baterías de golpe. La noche se presentaba larga.
Después de hacer unas fotos con la cámara y de sentarme a admirar el espectáculo, me decidí a volar otra vez el drone. Ya era de noche y el contraste era brutal. No recuerdo una situación tan complicada para hacer fotos.
Aquello parecía el aeropuerto de Barajas, lleno de drones por todas partes, sobrevolando el cráter y la lava de muy cerca, así que me animé y me acerqué un poco más. No me atreví a ponerlo encima del cráter, pero sí encima de la lava.
Para realizar la fotografía que he utilizado en la portada de mi calendario 2022 tuve que disparar tres fotos, bajando la cámara ya que no tiene modo para fotografías verticales. Además, en cada encuadre disparé otras tres para generar un HDR.
A pesar de no dominar el drone al igual que la cámara, estoy contento con el resultado. Conforme vas volando vas grabando vídeos, luego vuelves y haces fotos y llega un momento que no tienes claro el material que te estás trayendo a casa. Montar esta panorámica vertical fue una gran alegría.
Al final pasé toda la noche disfrutando de aquel espectáculo y mi idea de esperar al amanecer no salió bien, puesto que empezó a llover y sobre todo, apareció el viento, lo que me impidió volar en hora azul y conseguir fotos con otro tipo de luz.
Como decía antes, he sacado un calendario de fotografías de paisaje en el que he utilizado fotografías tomadas este año. Si te gusta mi fotografía del volcán no te lo puedes perder.