El primer lugar que visité durante mi tour por EEUU fue San Francisco, una ciudad de la cual solo tenía referencias del Golden Gate y de sus famosas calles empinadas. El primer amanecer lo dediqué precisamente a subir y bajar por sus largas avenidas. Tengo que decir que son tan fotogénicas como destructoras.
No sé si será porque mis horarios son tan aleatorios y extremos que al llegar a San Francisco no tuve mucho jetlag. Eso sí, quizás por el cambio de hora, quizás por las ganas que tenía de ver la ciudad, no me costó nada levantarme a las 3:00.
Recuerdo llamar por teléfono a mis padres para decirles que todo había ido bien, claro, en España era una hora normal, así que ahí me veis, paseando por San Francisco de madrugada hablando por teléfono como si nada. Y es que desde el hotel hasta el embarcadero había una hora de camino a pie.
Ahora lo pienso y es mucho, pero en aquel momento no me lo pareció y de hecho lo hice un par de días. Quizás por eso el primer día batí mi récord de pasos en un día, más de 39.000, y por eso el segundo día acabé cojeando del dolor.
Volviendo al amanecer, la hora azul la hice en el embarcadero que está orientado a la pirámide Transamerica, el número 7. El cielo estaba despejado, así que fue bastante soso, pero me daba igual porque la orientación era precisamente en la dirección contraria. Lo que buscaba era la hora azul, así que prefiero el cielo despejado para obtener un azul más profundo.
El siguiente objetivo era irme a la avenida de los tranvías, que además tenía de fondo uno de los puentes de la ciudad. Antes de ir al embarcadero me pasé por allí para ver el punto de vista y comprobar si era posible una planificación que se me había ocurrido. Así que me tocó volver (suma pasos). El Sol ya había asomado, y la idea que tenía en mente era fotografiar el Sol justo cuando pasara por el hueco que dejan los edificios de la avenida, pero en este caso pasaba demasiado alto, así que no era posible hacerlo en esos días.
Aunque la verdad es que no me importó, porque lo que salió fue mucho mejor de lo que esperaba. Cuando llegué, el Sol aún estaba tapado por el edificio de la izquierda, sin embargo, sus rayos de Sol iluminaban los edificios de la derecha. El contraste era muy fuerte, lo que me permitía no mostrar todo aquello que molestaba, pero además, el color de la luz era precioso.
Ya sólo me faltaba que empezaran a pasar tranvías. Se ve que hay un punto más conocido ya que cuando llegué había un par de personas haciendo fotos. El caso es que hay que ponerse en medio de la carretera para hacer la foto, por donde pasan los coches y los tranvías. Así que imaginaos, todo el rato adentro y afuera para no morir atropellados. Algunos conductores se lo tomaban bien, otros no tanto.
El desnivel era brutal, las curvas que tenía la avenida impresionantes. Esto, junto a la luz que enfatizaba las vías, pues ya lo podéis ver en las fotos. Probé con el gran angular y con el teleobjetivo, pero aquí el ganador fue el 70-200mm. Gracias a él pude conseguir comprimir los planos, conseguir mayor profundidad y desenfocar el fondo, enfocando solo el tranvía.
Conseguir fotografiar al tranvía solo es muy complicado. Pensar que tiene que coincidir que suba en el momento en el que no pasan coches por detrás de él. Y tampoco por donde te tienes que colocar para hacer la foto. Así que te toca echarle minutos y minutos hasta que consigues algo.
También me puse a jugar a ver si conseguía sacar a una persona contra el fondo, en un punto donde la pendiente de la cuesta es tan grande que no se ve la continuación de la carretera.
En definitiva, una horas divertidas, productivas, con ideas que no se pudieron realizar, pero satisfecho por conseguir otro tipo de fotografías igual o más interesantes de San Francisco.