Una buena forma de aprender composición es analizando una fotografía. Sin embargo, creo que es aún más práctico analizar una serie de fotografías tomadas una detrás de la otra, explicando las diferencias que hay entre ellas y cuáles fueron mis motivos para ir cambiando de posición y de encuadre. A este conjunto de fotografías las llamamos hojas de contacto.
Para mí la composición es como si fuera un problema matemático que tengo que resolver. Cuando veo algo que me interesa lo analizo y me fijo una meta, una idea. A veces me imagino la imagen final en la cabeza. Otras solo es una idea abstracta y a medida que voy buscando encuadres se va definiendo poco a poco. Sé que puede sonar muy frío, pero una vez lo interiorizas sale de una manera más natural lo que te permite disfrutar de aquello que estás fotografiando.
De manera que cada fotografía sería como un problema y seguro que hay muchas formas de resolverlo. Yo solo tengo que encontrar una que sea correcta y me convenza. Así que empiezo con un encuadre de prueba y voy realizando pequeñas modificaciones hasta que consigo resolver el problema. Este juego es muy divertido, por lo menos para mí, porque poco a poco me voy acercando a la solución. Normalmente la última fotografía de la serie es la buena, ya que vas corrigiendo pequeños errores, aunque no tiene por qué ser siempre así. Pero es cierto que con cada composición te vas fijando más y más en todos los detalles.
Veamos una secuencia de fotografías tomadas en orden cronológico. Se puede apreciar cómo he ido adelantándome poco a poco, utilizando un riachuelo que quedó de la bajamar y un par de rocas que había en la playa.
Decir que todas las fotografías mostradas son correctas compositivamente hablando, a diferencia de otras ocasiones donde hay errores y los voy corrigiendo.
Analizar las fotografías sin saber cuál era la idea no tiene sentido. Esto hay que tenerlo claro. ¿Cómo puedo saber si he conseguido mi objetivo si no sé cuál es el objetivo? La finalidad era aprovechar el camino que deja el agua para que me lleve a la roca de la izquierda y ver cómo gestiono los tonos cálidos del fondo. Me resultó curioso los surcos en el agua creados por la arena.
La diferencia entre la primera y la segunda foto es la distancia focal. Al aumentar el zoom aumento el tamaño del riachuelo y de las rocas. Elimino espacio tanto en el cielo como en los laterales, centrando más la atención en lo que me interesa.
En la primera tengo más sensación de espacio y amplitud, sin embargo el reflejo de la luz sobre el agua apenas se ve en el primer plano confundiéndose con la arena. Busco la diagonal para que llene el encuadre aprovechando la curva hacia la izquierda.
En la tercera me adelanto y subo un poco el punto de vista. El punto de fuga del riachuelo es más estrecho. ¿Cuál de las dos crees que dirige mejor la mirada? Está reñido, no te creas. La tercera tiene una línea más pronunciada y suelen funcionar mejor, pero la segunda tiene el primer plano mucho mejor iluminado por el reflejo de la luz. Recordad que los tonos claros llaman la atención. Tenemos los tonos cálidos de la izquierda compitiendo con los tonos claros de las nubes en el centro.
En la cuarta cambio el punto de vista, más centrado sobre el riachuelo para coger la curva mejor y no dejar tanta arena vacía a la izquierda. Es una mezcla entre la segunda y la tercera. He abierto el encuadre reduciendo la distancia focal lo que hace que la roca se vea más pequeña.
Utilizamos la típica composición en la que tenemos dos líneas diagonales saliendo de las esquinas. La curva la situamos en un tercio. Considero más equilibrado el recorrido visual del riachuelo en esta fotografía comparado con las anteriores, donde quizás está demasiado pegado a un lateral.
En la quinta fotografía sigo hacia delante y cojo la parte más pronunciada y más estrecha del riachuelo. Además, la textura que genera las irregularidades de la arena es muy interesante. En el procesado podemos oscurecer un poco la arena para que el tono claro del agua destaque. La forma que tiene el riachuelo en esta fotografía es de las que mejor dirige la mirada debido a su forma tan definida, a su curva, lo que crea un recorrido visual muy dinámico y a la peculiaridad de su textura.
Ojo, acabamos de tapar el color cálido del atardecer con la roca. Por un lado es mejor, ya que ya no tenemos dos tonos claros compitiendo. Por otro, hemos perdido esos colores tan bonitos. La roca de la derecha ayuda a dirigir la mirada a la roca de la izquierda gracias a su forma triangular. ¿La ves?
En la sexta fotografía cambiamos la posición centrando el riachuelo. Perdemos la diagonal pero equilibramos la posición de las rocas, una a cada lado del encuadre. En la quinta, casi todos los elementos están en la parte derecha del encuadre.
Sin duda estas dos fotografías son de las más equilibradas y cuya composición funciona mucho mejor. Es evidente que más de uno pensará que no, que le gusta más otra, pero hay que pensar que normalmente solo mostramos una fotografía, no toda la serie.
Y llegamos a la última fotografía en la que intenté buscar una especie de bifurcación entre el riachuelo y el charco de la derecha, pero la roca tiene demasiada presencia y distrae. Ya no tenemos una línea que nos lleve tan larga como en el resto de fotos.
Cuando usamos un gran angular vemos que los elementos salen muy pequeños. Si hacemos zoom lo hacemos más grande pero perdemos ángulo de visión. Un truco es acercarse mientras abrimos el encuadre. Tanto la primera foto como la quinta están tomadas a 16mm, pero en la quinta estoy mucho más cerca por lo que la roca se ve más grande.
En definitiva, esto es un ejercicio donde me he ido acercando poco a poco en el que hemos podido ver cómo realizando pequeñas modificaciones hemos conseguido fotografías muy diferentes.
Como apunte diré que cuando fotografiéis en la playa tened cuidado dónde pisáis para no dejar huellas y que luego os molesten más adelante. Por eso es mejor andar de atrás hacia delante en línea recta.
La composición puede llegar a parecer muy complicada, sin embargo, considero que mediante este tipo de ejemplos comentados es mucho más fácil de aprender. Entender los motivos por los que una fotografía funciona o saber por qué el autor se movió en una dirección u otra puede ayudar a entender el proceso fotográfico.
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