El pasado mes de Febrero estuve guiando a un grupo en las islas Lofoten en busca de las Auroras Boreales y disfrutando de una serie de paisajes increíbles. Pero lo que realmente enamora de este lugar es su luz.
Desde hace varios años organizo viajes fotográficos por todo el mundo en busca de las tan codiciadas Auroras Boreales. Hasta la fecha hemos tenido la suerte de poder disfrutar de ellas en todos y cada uno de ellos, y este viaje a Noruega no ha sido la excepción.
En este tipo de viajes el tiempo es relativo, ya que después de un día tienes la sensación de llevar viajando más tiempo. La gente que viene a mis viajes fotográficos a priori no se conocen entre ellos, pero rápidamente empiezan a coger confianza. Algo que empieza a ser algo habitual es que más de uno repite viaje y vuelve a coincidir con otros compañeros.
Nuestro primer día de trabajo comenzó pronto, con un día nublado en una playa llena de posibilidades. Fue una primera toma de contacto muy buena, ideal para conseguir esas fotos de paisajes nevados, de playas donde el agua crea movimiento y mucha textura. Un amanecer tranquilo, para ir aclimatándose.
Hay pocas horas de luz en estas fechas por lo que cada minuto cuenta. Fuimos recorriendo localizaciones viendo lo cambiante que es el clima y tomando decisiones sobre la marcha. Acabamos fotografiando el atardecer en unas rocas donde pudimos disfrutar de unos colores muy bonitos. El tiempo no nos dio mucha tregua y una nevada impresionante nos obligó a irnos. Sin embargo, nuestra sorpresa llegó después, ya que nada más bajar de los vehículos el cielo estaba despejado. Yo intuía lo que podía pasar, ya que la actividad solar era alta, por lo que media más tarde ya estábamos fotografiando las primeras Aurora Boreales.
Para la mayoría de los asistentes era la primera vez que veían Auroras Boreales, y solo con ver algo verde en sus pantallas ya eran felices, pero lo mejor estaba por llegar. Y es que horas más tarde, cuando algunos ya estaban durmiendo el cielo se despejó justo delante de nuestras casetas, por lo que tan solo teníamos que sacar nuestros trípodes y nuestras cámaras.
El kp para aquella noche era de kp3, que ya es bastante para las islas Lofoten, pero después de ver la web oficial vi que era un kp5 con tormenta solar, por lo que os podéis imaginar cómo se vieron las Auroras. A simple vista empezamos a disfrutar del espectáculo, con un brillo tan fuerte que las fotos se podían disparar usando apenas 2 segundos de exposición con ISO 1000. Pero es que el movimiento era tan rápido que apenas podías sacar dos fotos iguales.
La pregunta que más veces me hace todo el mundo es si las Auroras Boreales se ven así de verdes y de intensas a simple vista, y yo siempre les digo que sí, pero no siempre, al igual que no todos los atardeceres son iguales de espectaculares. Es necesario que se den una serie de condiciones, pero puedo afirmar que en bastantes ocasiones he podido disfrutar de un cielo verde, tan verde que se me llegaban a quemar de la intensidad, tan verde que no sabía para donde mirar, tan verde que hasta el agua o la nieve salía del mismo color.
Aquella noche fuimos felices, los asistentes, pero sobre todo yo, porque para eso se habían apuntado, para hacer realidad ese sueño que tenían en la cabeza, y no hay nada mejor que ver esa sonrisa que se les queda a todos la primera (y la segunda, y la tercera, etc….) vez que ven una Aurora Boreal y saber que uno de los objetivos del viaje ya se ha cumplido.