La primera vez que vi una fotografía del lago Bled fue en la portada de la National Geographic. Era una foto de invierno y en ella se veía la iglesia en lo alto de la isla que hay en medio del lago y al fondo el castillo. Todo el paisaje estaba nevado, los árboles pelados, y se respiraba una atmósfera fría pero bella. Fue entonces cuando supe que tenía que visitar Eslovenia.
De eso han pasado ya unos cuantos años y tras varias visitas a este magnífico país puedo decir que el lago Bled es una preciosidad donde se pueden conseguir fotografías excepcionales.
No sé qué pasa en este lago que cada vez que voy sucede algo. He podido disfrutar de un arco iris, de amaneceres con unos colores espectaculares, de nieblas sacadas de cuentos de hadas.
Durante mi último viaje fotográfico, hará apenas una semana, pudimos disfrutar de dos amaneceres increíbles, muy diferentes entre sí. El primero se veía venir. Nada más aparcar vi que las nubes se empezaban a teñir de un color rosado y sabía que lo que se avecinaba iba a ser de órdago.
Durante nuestro viaje tuvimos suerte con el tiempo. No sólo por que no nos llovió, sino porque no hizo nada de viento, lo que facilitó los reflejos en cada lago que visitábamos.
Pero el primer día que estuvimos en Bled el cielo estaba cubierto. Las nubes no dejaron ver todo el colorido, sin embargo, encontramos esta planta cuyo color naranja destacaba mucho con el fondo, sobre todo una vez se puso el sol.
Por la tarde visitamos los miradores del lago, desde los cuales se puede apreciar de verdad la isla con la iglesia.
En el otro mirador pudimos fotografiar la puesta de sol. Aunque el cielo no se pintó de color, pudimos disfrutar igual de las vistas.
A la mañana siguiente tocaba repetir amanecer en el lago. Después del primer amanecer todo iba a saber a poco. Estuve toda la noche pensando dónde ponernos para no repetir. ¿Habría niebla? ¿Y si no había? Pero todo apuntaba a que habría, así que repetimos, pero esta vez fuimos poco a poco recorriendo el lago hasta llegar a la pasarela.
Una vez salió el sol empezó a iluminarse la niebla que había a ras del agua. Parecía fuego. Por momentos se tapó la iglesia con la niebla. Parecía que la iba a engullir.
No sé si es que tengo suerte en este lugar, o de verdad es mágico. Veremos qué sucede el año que viene. Si quieres acompañarme en mi viaje fotográfico a Eslovenia puedes apuntarte en la lista de espera para el viaje de 2022.