La primera vez que vi fotografías de Mont Saint-Michel fue a través de las fotografías de uno de mis grandes referentes, Michael Kenna, y desde ese momento entró a formar parte de los lugares imprescindibles. Hace casi un año pude hacer realidad este sueño y pude fotografiar un lugar mágico, un lugar mítico, una ciudad en medio del mar.
En el tiempo que estuve allí traté de localizar puntos de vista diferentes, ya que es un lugar muy turístico y muy machacado fotográficamente hablando. De hecho, hace poco tiempo que han hecho cambios, creando una nueva pasarela de acceso a la ciudad, han eliminado el parking que había a pie de montaña y han puesto una serie de autobuses gratuitos que llevan a la gente hasta el pueblecito que hay a un kilómetro de distancia, donde se encuentra el parking. Los autobuses van y vienen cada poco tiempo. Si te apetece andar también puedes hacerlo a través del camino habilitado para ello.
Dio la casualidad de que la tarde en la que estuve allí estuvieron rodando lo que será el spot promocional para el Tour de Francia de 2016, que partirá desde este lugar.
La mejor experiencia fue esperar a que la marea bajara para poder rodear la ciudad. Sentir que estás en medio del mar y que en unas horas volverá la marea se una sensación indescriptible. De repente te encuentras en medio de una especie de marisma lleno de gente. Durante la marea baja, varias agencias llevan a la gente en rutas hasta otra isla cercana, o incluso puedes contratar una ruta a caballo.
Pero por supuesto, hay que entrar dentro de la ciudad e ir ascendiendo por sus escaleras para ir tomando perspectiva. Es recomendable entrar a la abadía, aunque en días donde no haya mucha gente, porque la visita se hará menos pesada.
Si calculas bien la visita coincidiendo con la subida de la marea podrás disfrutar desde la terraza principal unas vistas increíbles. Me maravilla ver la velocidad a la que las olas lo cubren todo. De ahí que sea importante controlar bien las horas de subida y bajada para no entretenerse dando vueltas por los alrededores.
Ahora falta saber cuándo volveré…