¿Quién sabe lo que quiere ser de mayor cuando tiene 10 años? ¿Y cuando tiene 18 años? ¿Cuántos de vosotros ha acabado haciendo algo totalmente distinto a lo que una vez soñó? ya sea porque la vida se ha dado así, o simplemente porque lo que creías que te gustaba, al final no te gustaba tanto. Yo nunca soñé con ser fotógrafo, pero hace 5 años me di cuenta de que algo había cambiado.
Reconozco que nunca soñé con ser fotógrafo. Creo que ni me lo planteé de lo complicadísimo que tendría que ser vivir de la fotografía, por no hablar de que tenía que ser muy difícil saber hacer buenas fotografías. Vamos, que ni se me pasó por la cabeza, simplemente era una afición que se fue convirtiendo en algo que ocupaba mi tiempo y mi mente.
Al principio, mi única intención solamente era poder sacar esas fotos de paisajes tan bonitos al amanecer (mejor al atardecer, que en aquella época no llevaba bien eso de madrugar) y poco más. Pensaba que con una cámara réflex era suficiente. A mí me gusta hacer las cosas bien, así que me dije que si realmente quería hacer esas fotos y me había gastado un pastón en un equipo (366€ en una cámara y 295€ en un objetivo todoterreno, ¡cuidado!) tenía que saber manejarlo. La verdad es que nunca me obsesioné con el equipo, a diferencia de lo que sucede hoy en día con la gente que empieza. Recuerdo que exprimía al máximo mi cámara y aprovechaba algún viaje o situación excepcional para tratar de cambiar de equipo siempre que éste me limitara de alguna manera.
Yo soy autodidacta desde siempre, tanto en fotografía, dibujo, música, todo lo he aprendido por mi cuenta, leyendo libros, viendo vídeos en internet o artículos, pero sobre todo, practicando y dedicándole mucho, mucho, mucho tiempo a cada cosa. Al igual que me pasé 10 años tocando el piano por mi cuenta cada día durante horas, llevo desde 2008 toqueteando cámaras de fotos. Nunca pensé en ser fotógrafo profesional, nunca me obligué a ser el mejor fotógrafo del mundo (como parece que hacen muchos que empiezan hoy en día), nunca se me pasó por la cabeza que yo podría enseñar a otros lo aprendido, simplemente tenía unas metas, quería saber hacer ciertas fotos y poco a poco fui aprendiendo.
Las crisis son la oportunidad para algunos, es lo que se suele decir. Y la crisis que pasamos hace unos años hizo que mi vida cambiara y llegara al punto en el que tuve que tomar la decisión de dejar la informática para dedicarme a la fotografía. Hace 5 años que tomé la decisión, y llevo 5 años viviendo mi sueño, aunque los primeros fueran más bien una pesadilla.
Hace ya tiempo que puedo decir que me dedico exclusivamente de la fotografía de viajes y de la formación. Ha sido algo que no ha sido fácil y que espero que continúe. Como en todos los trabajos, al principio no siempre haces lo que más te gusta, pero a día de hoy puedo decir que tengo la suerte de disfrutar con todo lo que hago. Combinar mis viajes con la formación ha sido algo que solamente me ha traído buenos momentos, por eso, este año he apostado fuerte ampliando a 8 los viajes fotográficos que he lanzado en 2020.
Entiendo que a todo el mundo le atraiga la idea de dedicarse a la fotografía pero lo que no sabe la gente es que el tiempo que le dedicamos a hacer fotos es muy pequeño. También entiendo que viajar por el mundo haciendo fotos sea una idea maravillosa, pero sinceramente, no creo que todo el mundo esté preparado para hacer un trabajo así. Ya no hablo de lo bueno o malo que seas haciendo fotos, que también influye, sino de la capacidad de esfuerzo, dedicación y determinación que tengas.
No seré yo el que diga que todo el mundo se puede dedicar a la fotografía. Así como tampoco voy a decir que sólo los que nacen con “el don” lo pueden hacer. Soy de los que piensa que si le dedicas tiempo a algo conseguirás mejorar y obtener buenos resultados. No significa que vayas a ser el mejor del mundo, pero seguramente sea suficiente para sentirte satisfecho contigo mismo. Todo el mundo puede aprender fotografía, al igual que con trabajo, todo el mundo puede aprender a jugar al tenis, por poner un ejemplo. Sin embargo, no todo el mundo va a ser Cartier-Bresson, ni tampoco Rafa Nadal.
Cada uno de vosotros tendrá una motivación para hacer fotos. Siempre suele haber una razón, y si no lo tenéis claro, dedicarle un tiempo a pensar en ello y una vez la hayáis descubierto tratar de tenerla siempre en mente. La mía fue llenar esos espacio vacíos, rellenar el tiempo muerto, obligarme a viajar, hacer esas fotos bonitas. Hoy en día la fotografía me lo ha dado casi todo. La fotografía ha hecho que llegue a sitios insospechados, que haga cosas que nunca habría imaginado, que valore mucho más el planeta en el que vivimos, que haya vivido momentos increíbles, que haya conocido gente que de otra manera no habría sido posible, gente maravillosa, la cual muchas de ellas se han convertido en mis amigos. Así que, tan solo puedo decir una cosa para despedirme y es, ¡gracias!
PD: Con vuestro permiso voy a seguir soñando.