Chema Madoz, el fotógrafo de los objetos

Hoy voy a hablar de un fotógrafo Español que descubrí hace poco tiempo, y no porque sus fotografías no sean conocidas. Su nombre es Chema Madoz y sus fotografías están hechas a objetos cotidianos.

El motivo de que no hubiera coincidido antes con él seguramente se deba a que el tipo de fotografía que realiza no está dentro del ámbito que suelo consultar habitualmente.

La primera vez que lo escuché fue en un viaje al norte de España, no recuerdo bien dónde iba, pero recuerdo perfectamente la entrevista que le hicieron en la radio. Fue en ese momento, cuando me entró la curiosidad y empecé a investigar.

Al empezar a ver sus fotografías me di cuenta de que la mayoría ya me sonaban, aunque en aquel momento no las había relacionado con él.

Hace pocos días tuve el placer de asistir a un diálogo que había organizado la Fundación Mainel, donde tuve la oportunidad de conocerle en persona. Por suerte, llevé conmigo un libro suyo que había comprado meses antes en la Feria del Libro de Madrid, precisamente después de ver su exposición «Las Reglas del Juego».

Con una sonrisa tímida y su voz ténue, le di la mano y me dedicó el libro. Ya he tenido la oportunidad de estrechar la mano de dos genios como son el propio Chema Madoz y  Sebastiao Salgado, con la esperanza de que me transmitan algo de su manera de ver, pero no sé yo.

Tengo que decir, que escuchar a Chema Madoz es tan interesante como ver sus fotografías. Más que hablar susurra, pero me fascina la claridad y la profundidad con la que lo hace.

Empezó en la fotografía por puro azar, y en ningún momento pensó que podría vivir de la fotografía. Es curioso como hoy en día sucede todo lo contrario, mucha gente piensa que por hacer cuatro fotos bonitas ya se puede dedicar a esto.

Como todo fotógrafo, pasó por momentos de incertidumbre, por no saber qué fotografiar, buscando su estilo personal, y fue al empezar a fotografiar objetos cuando se dio cuenta de que lo había encontrado.

Cualquiera puede fotografiar una escalera, unas gotas de agua, unos platos, pero nadie lo puede hacer como él. Cuando miras sus fotografías, en muchas ocasiones es inevitable soltar una pequeña sonrisa, aunque esa no es su finalidad.

En nuestra mente tenemos asignado un papel para cada objeto. Es quizás, al verlos en un entorno distinto, cuando nos damos cuenta de las posibilidades que tiene. También te genera una sonrisa ver como juega con sus significados, con una sorpresa inicial.

Fotografía en blanco y negro, y todavía utiliza una cámara analógica porque piensa que esa es la mejor manera de mostrar lo que hace, minimizando al máximo, tratando de mostrar la esencia de cada objeto, demostrando que esa fotografía es real.

Su fotografía es inteligente, en muchas ocasiones minimalista, quizás sean estas la razones por las que me gustan sus fotografías. Cuida la composición al máximo. Cualquier cosa que no aporte algo sobra. Envía mensajes directos, y de ahí que el color pueda resultar una distracción.

Reconoce que al hacer alguna prueba de cómo quedaría la fotografía en color, hay ocasiones en que la fotografía gana, pero en la mayoría de ocasiones pierde fuerza.

Chema Madoz es un ejemplo de fotógrafo que ve la fotografía antes de hacerla. Su momento de inspiración puede aparecer en cualquier momento, ya sea para visualizar una nueva foto, como para resolver otra que ya tenía en mente.

Hoy en día, con la era digital, es cada vez más difícil sorprender al espectador. La mayoría de la gente que ve una fotografía espectacular suele pensar que está retocada y no le da el valor que merece.

Seguramente, gente que no conoce bien la manera de trabajar de Chema Madoz, es probable que mire sus fotografías sin percatarse de que no existe retoque y que para  realizarlas ha habido un trabajo posterior muy grande. Es por eso, que cuando miras una de sus fotos es difícil dejar de mirarla, preguntándote en muchas ocasiones cómo la habrá hecho.

Entre las muchas anécdotas que cuenta (en el 1h 25min), me quedo con aquella en la que iba a realizar una exposición en el Museo Reina Sofía y la encargada de la exposición le pidió un auto retrato.

No sé si por timidez, o porque realmente pensaba que no venía a cuento, se negó en un principio, hasta que después de mucho insistir dijo que sí. Así que, ni corto ni perezoso se puso a pensar en cómo lo podría hacer. Sólo a un genio como él se le podía haber ocurrido hacerse una radiografía y juntarla con la fotografía de una nube que hacía de cerebro.

Su espacio de trabajo es un taller lleno de objetos, como no podía ser de otra manera. En él, tiene que resolver, haciendo de manitas, la mayoría de las veces sólo, todas las situaciones. Algunas veces necesita salir fuera para obtener la fotografía.

Por una parte, me da cierta envidia, puesto que yo no puedo obtener ninguna fotografía interesante dentro mi casa, puesto que mi área está relacionada precisamente con viajar, con los exteriores, las calles, los edificios de cada ciudad. Con la naturaleza, recorrer kilómetros y kilómetros para llegar a un sitio concreto a una hora determinada.

Su fotografía es más cómoda, todo hay que decirlo, aunque posiblemente más difícil. Cuando tienes un cielo impresionante es más fácil obtener una fotografía impresionante. Cuando sólo tienes una cuchara pocas cosas puedes hacer para conseguir un resultado igual de impresionante.

Os dejo con el vídeo de la charla, para que podáis deleitaros, tanto con sus fotografías como con sus palabras.